Os escribo desde el hospital. Esta noche, caminando de vuelta a casa, vi que un gato negro se me iba a cruzar. No soy muy supersticioso pero, para evitar que se me cruzara, bajé de la acera sin mirar. En ese momento pasaba un coche que me arroyó. Tengo varias costillas rotas y un fuerte golpe en la cabeza. Creo que perdí el conocimiento. Cuando lo recobré estaba tumbado boca arriba y a la primera persona que vi fue a mi hermana. Ella era la del coche. Estaba llorando y no paraba de tocarse el cuello. Ahora está en la cama de al lado, con un collarín y un pie fracturado. No sé quién ni de qué manera, pero alguien sin mucho tacto, llamó a mi madre y le dijo que estábamos en el hospital, que habíamos tenido un accidente. Mi madre tuvo una crisis nerviosa y ahora mismo está ingresada en la unidad de quemados ya que volcó sin querer la olla de sopa que estaba cocinando. Mi padre está bien. Ahora mismo está sentado en la silla, a mi izquierda, leyendo el último de Auster. Las enfermeras me han dicho que mañana ya estaré bien, que podré ir a trabajar, que es lo que yo quería, trabajar un sábado en un centro comercial. Si queréis pasar a verme, ya sabéis. Es un lugar precioso, con lámparas de palacio y todo, y Footlocker y H&M y Zara y el suelo brilla.
Bueno, mi hermana me pide por favor que deje de teclear, que le duele la cabeza. Le voy a hacer caso.
Cuidaos y, sobretodo, recordad: ser supersticioso trae mala suerte.
1 comentario:
Éste me ha encantado. Me imagino el panorama. jejeje Está muy bien.
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