martes, febrero 13, 2007

entonces vino el metro

El andén de la estación de metro está lleno de chicles pegados, lo sabes, pues el otro día vi a un niño que se arrodillaba y empezaba a lamer uno de eso chicles. Joder, no puedes ni imaginar lo asqueroso de la imagen. Y la cara de placer del niño, entornando los ojos y todo, joder. Y su madre estaba al lado, te lo juro que es verdad, su madre al lado hablando como una puta cotorra con una amiga mientras su hijo le daba lengüetazos a un chicle pegado en el suelo. Y la puta amiga se dio cuenta de lo que estaba haciendo el niño y lo miró como quien mira a una rata comiéndose a sus crías. Y no le dijo nada a la madre, joder, que es verdad, por qué me lo iba a inventar. Entonces vino el metro, el niño se levantó, se sacudió las rodillas y le dio la mano a su madre para entrar en el vagón.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

buf - entre esto y el vídeo de los neubaten me vienen ciertos recuerdos no vividos a la memoria, a la garganta... ¡misión cumplida, Diego!

Anda, escribe más aún :)

Angela dijo...

Pues yo no me lo creo, ea.
Últimamente ya no sé en qué creer...