¿Por qué tengo que apoyar al cine español si ya un tráiler me produce vergüenza ajena?
¿Por qué tengo que apoyar algo que me da vergüenza ajena?
¿Por qué tengo que ir a ver Rivales este viernes, Fernando Colomo, por qué tengo que ir a verla? Dame una razón de peso.
Y no me digas Sale la Kira Miró enseñando tetas porque eso no es una razón de peso. Una razón de peso sería Sale la Kira Miró y hace un papel de Oscar. Además durante toda la peli lleva un jersey de cuello alto.
Incluso en el poster sale con escote, cuando el resto de actores/actrices están caracterizados como jugadores de futbolín. Un jugador de futbolín con escote. (No he encontrado el poster, me ha dado pereza seguir buscando) Para que digas, Joder qué tetas, joder, es la Kira Miró, joder, se ha puesto tetas la Kira Miró, voy a ver la peli, fijo.
¿Qué debe pensar la Miró de su carrera cinematográfica? ¿Le dará igual ser un florero? ¿Qué dirá cuando le pregunten a qué se dedica? Soy la única actriz del cine español de la que nadie puede decir de qué color son mis ojos, dirá.
¿Y Miguel Ángel Silvestre, "el Duque"? ¿Qué debe pensar de su carrera?
Porque a lo mejor estos personajes algún día van y actúan bien, no digo que no.
La cuestión es: ¿a alguien le va a importar?
¿No es triste?
Yo a veces lloro y todo por la Kira Miró y el Duque, es que lloro a moco tendido por ellos, la pena que me dan es tanta, no lo puedo explicar, mucha pena es, sí, ay.
Es que te dije que siento vergüenza ajena cada vez que veo el tráiler en la tele, pero es más que eso. Es un desánimo inexplicable.
¿Quién coño pierde tiempo de su vida haciendo mierdas de este tipo?
Ha habido muchas personas trabajando en esa peli, ¿ninguna ha creído necesario decir, gritar, berrearle al oído en un determinado momento al Colomo ¡Esto va a ser una auténtica mierda, Fernandoooo!?
¿Ninguna? No me lo creo.
Y me dirás Si no la has visto, gilipollas, de qué hablas.
Y te diré he visto esa peli cien veces, y tú también, que no te engañen, ese tráiler huele a lo mismo de siempre, siempre que se te quema algo en el horno huele igual, da igual lo que sea (a no ser que comas bolsas de plástico), pescado, pizza, canelones, da igual lo que coño hayas metido en el horno, simplemente huele a quemado.
Eso es el cine español: olor a quemado. Nadie se ha preocupado de vigilar el horno.
Pero ahora, ¡ah! (como diría el Monegal), aparece en escena el Nacho Vigalondo con sus Cronocrímenes y qué digo ahora, mierda, qué digo ahora.
Pues digo que la peli no pinta mal, Nacho, la peli no pinta mal, esa es la verdad, y te mentiría si digo que no tengo ganas de verla, pero la tanta expectación de los cojones nunca es buena para una peli, Nacho, y tuya no es la culpa, ni mía, si es de alguien es de los americanos, que se empiezan a masturbar cuando ven algo subtitulado y parece que entonces es bueno, empiezan a descubrir Europa, empiezan a fichar a jugadores españoles, empiezan a gritar ohmaigad a las primeras de cambio, los americanos, Nacho, no los veo yo un buen baremo, pero funcionan, coño, claro que funcionan, aprovéchate de los americanos que algún día se aprovecharán de ti, pero me he comido tantas mierdas con esta expectación que ya no sé qué pensar, la expectación es siempre mala, en todos los aspectos de la vida.
No esperes nada de nadie.
Ni de mí, mira lo que te digo, ni de mí.
En fin, que Los Cronocrímenes es la última esperanza blanca, the last spanish white trash, y se estrena este viernes 27.
No es más que la historia de un crimen con viajes en el tiempo, así Vigalondo.
Y yo y tú y ellos y nosotros y algunas más nos preguntamos: ¿queremos ver la historia de un crimen con viajes en el tiempo?
Nos lo preguntamos en el metro, en los autobuses, a la salida de la pelu, antes de entrar al cole, en el estanco, en un semáforo en rojo, bajamos la ventanilla y le preguntamos al de la moto: ¿queremos ver la historia de un crimen con viajes en el tiempo? Pero el de la moto va a lo suyo, con el móvil metido dentro del casco y hablando en voz alta. Le volvemos a repetir la pregunta, sacando el brazo por la ventanilla y palmeando su asiento, para que se entere de que le estamos preguntando algo importante.
Al final nos responde que sí, que sí que queremos.
Ya veremos la tanta expectación en qué se queda.
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