viernes, diciembre 08, 2006

el dedo gordo del pie derecho (parte 2 de 5)

Mi hermana nació cuando yo tenía cinco años. Es decir, que es cinco años menor que yo. Cuando nació yo ya tenía cinco años. Ahora, a día de hoy, sigue teniendo cinco años menos que yo. Es decir, si yo ahora tengo 28, ella tiene 23. Todo esto lo repito porque quizá, quizá, quizá algún día la llegáis a ver y sé, y sé, y sé que voy a escuchar como alguien le dice eso de "pues pareces mayor que tu hermano", lo sé, sé que alguien lo va a decir. Y quizá ese alguien tenga razón, no lo niego. Por eso vuelvo a repetir, mi hermana tiene cinco años menos que yo porque nació cuando yo tenía cinco. El tiempo, ese gran hijodeputa, por suerte o por desgracia, pasa igual para todos. Él es la resina, nosotros los bichitos.

Cuando me dicen "es tu hermanita", frunzo el ceño, me cruzo de brazos y me hago pipi en la cama durante una temporada. Esa fue la reacción alérgica a su llegada. Oigo hablar bajito a mis padres que dicen "eso son celos, ya se le pasará". De esa etapa, el ceño se me quedó fruncido y ahora sólo lo relajo cuando me río o cuando me ducho con agua fría. El esfínter conseguí controlarlo.
No sé si sentí celos, rabia, dolor, pena o lo que sea que un niño siente cuando nace su hermano. Me da igual. Lo único que sé es que ahora nadie la quiere tanto como yo. (Cuando escribo estas líneas ella está en alguna discoteca de París, provocando paros cardíacos)
Volviendo al colegio, recuerdo mi vida de los seis a los catorce años como una de las etapas más tranquilas. Y digo tranquila en el amplio sentido de la palabra. El colegio, los amigos de toda la vida, las clases de música, todo eso tendría que existir aún, mierda. Pero nada de eso existe ya. Mierda.
Paso los cursos sin esfuerzo, no porque sea un superdotado sino porque EGB se pasa sin esfuerzo; en música me tengo que aplicar mucho más que en cole. Mis recuerdos de esa época son salir del cole e ir a música. Cada día excepto el viernes: el mejor día de la semana. Cuando no estaba haciendo los deberes, estaba ensayando en el piano y, cuando no hacía ninguna de estas dos cosas, mi madre me estaba llamando para que ensayara o hiciera los deberes. Aunque así escrito pueda parecer que pasé una infancia traumática, os puedo asegurar que no lo fue.
En 1992 yo voy a octavo de EGB. Ese año pasa una cosa importante en mi vida, más que nada porque podría haber significado el fin, morir a los catorce años. Jugando con mi hermana a pasarnos la pelota como dos Teletubbies, ésta se cuela encima de un tejado de cristal, unos cristales que sirven de patio de luz al parking. Me subo a cogerla y el cristal se rompe bajo mis pies. Caigo a la planta -2 del parking más rápido que el ascensor del Empire State. Me despierto tumbado en el suelo y lo primero que veo es la pared gris del parking. Es entonces cuando pienso "ésto no puede ser estar muerto". Me levanto. Me duele el dedo gordo del pie derecho y en el pecho parece que alguien se me haya sentado sin avisar. Soy consciente de que estoy en el parking y también de que esa caída es algo más que una caída en bici. Fue un once de abril. Para mi madre "el día que naciste otra vez, hijo mío". Así que, si tenemos en cuenta esta fecha, entonces mi hermana sí que es mayor que yo.
La caída se quedó en un susto para mis padres y en el dedo gordo del pie derecho roto para mí. Mi vida no cambió ni vi las cosas de otra manera ni todo ese rollo de los libros finitos de autoayuda. Seguí siendo el mismo niño tranquilo que lo deja todo para el último día y que de tímido que es piensan que es tonto.
Después de EGB estudié BUP en un colegio de Barcelona. No sé porqué, pero quería irme lejos de donde estaba, no coincidir con nadie, no conocer a nadie. Supongo que quería ser el único, ya que no podía ser el primero.
Mi estancia en ese cole pasa sin pena ni gloria: los años críticos de la adolescencia, la muerte de Kurt Cobain que no me importaba en absoluto, los planes de futuro, mira qué tetas se le han puesto a esa, mira, ese tío es el que las ha cateado todas y la puta carrera que hay que elegir cuando a duras penas eliges a tus amigos. Y todo pasa tan rápido y tan aburrido que no me queda más remedio que resumirlo en cinco frases, porque no da para más
En definitiva, no guardo un mal recuerdo de BUP pero tampoco me emociono cuando lo recuerdo. Simplemente pasó.
Y este es el final de la segunda parte de esta vida tan apasionante.
Creo que voy a empezar a inventarme cosas porque estoy viendo que están bajando las visitas al blog. O eso o empezaré a regalar cosas.

4 comentarios:

momo dijo...

Pues no está tan mal hasta el momento. Un personaje inesperado, una pasión artística, una casi muerte trágica... Déu ni do.

P.S.: ¿De verdad tocas el piano? Cásate conmigo, anda porfiiiiiiii...

Anónimo dijo...

cásate con ella, anda porfiiiiii...

Anónimo dijo...

¿Y si nos casamos todos? No,no. Conteneos, conteneos... nada mejor q la libertad querida y el compromiso a ratos. El corazón se arruga con la exclusividad mal entendida (que es la de la mayoría). Sip. Buf! ¿Será la entrada en la edad del sentido común?

Anónimo dijo...

y se casaron...