martes, abril 22, 2008

sobaco derecho

Aquí te dejo el ejercicio de este jueves.
Consistía en un diálogo, imitar una escena teatral.

Un golpe en la habitación.

Invierno. Noche. Interior de un piso. Un hombre y una mujer están haciendo el amor en el sofá. No, simplemente: un hombre y una mujer están sentados en el sofá. La televisión encendida, sin voz. Leen cada uno un libro. Mejor: la televisión está apagada. La mujer lee, el hombre, semitumbado, se acaricia el sobaco izquierdo mientras mira la pared. El derecho, mejor. Se oye un golpe en la habitación.

Ella: ¿Qué ha sido eso?
Él: ¿El qué?
Ella: Ese golpe, ¿no lo has oído?
Él: Pues no.

El hombre sigue acariciándose el sobaco derecho. La mujer cierra el libro y lo deja encima de la mesita de cristal, de madera, que tienen delante. Le mira y presta atención, como si quisiera oír un nuevo golpe. No se oye nada.

Ella: ¿Por qué no vas a ver qué ha sido?
Él: ¿Que vaya a dónde?
Ella: A nuestra habitación. He oído un golpe, de verdad.
Él: Algo que se habrá caído, no te preocupes.
Ella: Pero si no estás haciendo nada, podrías ir, ¿no?
Él: Está bien, ya voy.

El hombre deja de rascarse el sobaco derecho, no, sigue rascándose el sobaco derecho, se pone en pie, mete los pies en las zapatillas de estar por casa, resopla y empieza a caminar hacia la habitación.

Ella: ¡Espera! Llévate algo, por si acaso, por si es alguien.
Él: ¿Alguien? ¿Quién va a ser?
Ella: No sé, hoy en día nunca se sabe. Llévate esto.

La mujer le ofrece una navaja que saca de debajo del cojín del sofá, no, que saca del bolsillo de los pantalones.

Él: ¿De dónde has sacado eso?
Ella: Siempre la llevo conmigo.
Él: Dámela.
Ella: Ten cuidado.

El hombre ya ha dejado de rascarse el sobaco derecho. Examina la navaja multiusos de la mujer. Saca el corta uñas y empieza a cortárselas mientras camina por el pasillo. Antes de llegar a la habitación entra en el lavabo, la puerta de la izquierda, no, de la derecha, enciende la luz y orina sin dejar de cortarse las uñas. Bueno, deja un momento de cortarse las uñas y orina. Cuando acaba, sale del lavabo y va hacia la habitación. Antes ha tirado de la cadena y se ha lavado las manos. No, no se ha lavado las manos. Abre la puerta de la habitación y enciende la luz. En la cama, sentado, un hombre se despereza mientras le mira. No, mejor, una mujer se mira al espejo poniéndose de perfil.

Él, desde la puerta, a ella: ¡Ha sido el perchero, que se ha caído!
Mujer: ¿Tú me ves gorda?
Él: No, yo te veo bien.
Ella, alzando la voz, un poco asustada: ¿Con quién hablas?
Él, aún desde la puerta, mirando a la mujer aunque sin desearla, bueno, deseándola un poco: ¡Con una mujer que hay aquí!.
Ella: Ah, sí, la misma historia de siempre.

1 comentario:

S. dijo...

Me encanta.

¿Has hecho ya NUESTROS deberes? :P

(L)