Cuando fui perro me gustaba tumbarme en el suelo de casa, en ese cuadrado iluminado que calentaba el sol en invierno.
Cuando fui perro todo era mucho mejor.
Al menos todo era más fácil.
Desde lamerme los genitales a conseguir comida con dos simples ladridos.
Mi vida de perro fue ideal.
Ahora que soy humano todo es una mierda.
Desde el no poder lamerme los genitales a tener que trabajar para comer.
Cuando fui perro todo era mucho mejor.
No me hacía falta hablar con una hembra para acostarme con ella. Le husmeaba el culo y, si ella no oponía resistencia, ya estaba hecho.
Ahora todo es más difícil.
Antes se ocupaban de mí, se preocupaban por todo lo que hacía. Para que se hagan una idea: me recogían la mierda que cagaba por la calle. Hoy, siendo humano, sé que ese gesto es uno de los puntos álgidos de la sumisión.
Antes todo eran comodidades. Todo lo recuerdo con cariño, excepto un viaje en avión en el que pasé mucho frío y vi morir a un gato que estaba a mi lado. Esa es una experiencia que no se la recomiendo a nadie.
Cuando fui perro dormía unas quince horas diarias. Hoy a duras penas llego a las siete.
Me despertaba y tenía la comida y la bebida siempre preparadas, y mi dueño se alegraba de que me despertase y jugaba conmigo, aunque yo hubiera estado diez horas durmiendo y él hubiese estado trabajando durante ese tiempo.
No sé muy bien qué tipo de perro fui. Creo que grande, porque mi cabeza estaba a la altura de su cadera cuando paseábamos. Aunque ahora que soy humano sé que mi dueño podría haber sido enano. Eso lo cambiaría todo.
Cuando fui perro no sabía leer ni escribir. No lo necesité para nada.
Escuché y disfruté de la música que mi dueño solía poner en la mini cadena. Creo que tenía buen gusto porque me sentía bien escuchándola.
Ahora soy humano y tengo un perro, un perro que en estos momentos duerme a mis pies. Lo miro y pienso en el tiempo pasado, cuando no existían las preocupaciones y yo era feliz a mi manera.
Un tiempo en el que aprendí a querer y a ser fiel a una persona.
Un tiempo sin ayer ni mañana.
Un tiempo en el que el sol era una simple estufa que calentaba el suelo para que yo no pasase frío.
1 comentario:
¡qué chula!
...y seguro que eras un perro buenísimo.
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