Ya antes del paseíllo, la plaza toda se había trasladado a un ignoto lugar del cosmos. [...] Escribir sobre lo que allí se vio aboca sin remedio al lugar donde fracasan las palabras.[...] Quieta la planta, las zapatillas clavadas en la arena y el capote alado que surge para aliviar la embestida en el preciso momento en que el toro entra en jurisdicción. Ya en el primero de su lote, estrecho de sienes y al que se picó lo justo, las chicuelinas fueron prodigio de ajuste, con un último lance que pareció bendecido por todas las leyes divinas del toreo.
La Vanguardia, 18-6-07
Si las palabras anteriores fueran, por ejemplo, de una crítica de un libro, estoy seguro de que alguien, quizá muchas personas, saldrían en busca de éste y lo agotarían.
O quizá no. Quizá nadie se empezaría a leer la crítica de un libro.
¿Qué coño pasa con José Tomás?
Esa es la pregunta que me ronda por la cabeza desde hace unos días, cuando me enteré que este torero volvía a los ruedos después de cuatro años de un retiro enigmático.
No tengo ni idea de toreo, no me gustan los toros, no les veo ninguna gracia, me aburren soberanamente, lo único que sé es que el traje que visten se llama traje de luces y que hasta que no matan al animal no se acaba el juego. Pero la expectación causada por este personaje en todos los medios me ha hecho interesarme por él. Llamadme borrego.
Ayer me compré La Vanguardia en un kiosko de La Rambla, tarde, a las 21:45, cuando el Barça era campeón de Liga. Y me la compré simplemente porque vi que había un amplio reportaje sobre el torero y varias personalidades del mundo de la cultura hablaban de él. Lo leí pero me quedé igual que estaba.
Leí que había gente que había venido a Barcelona de todas las partes del mundo sólo para este fin de semana. Que era de otro mundo, un genio, alguien irrepetible. Que se habían pagado más de mil euros por una entrada.
Leí que Pere Gimferrer lo llamaba poeta y seguí sin entender nada. Pensaba que lo último que hace un poeta es matar. De hecho, en este país, el poeta siempre muere asesinado.
Pero bueno, no lo entendía antes, así que ahora simplemente sigo sin entenderlo.
Hoy leo que entre los asistentes estaban Sabina y Serrat, dos amiguetes burgueses que están promocionando (si es que hace falta) su próxima gira juntos. Y en la entrada, personas rompiendo discos de Serrat (!!!)
En fin, así es la historia. Todo vuelve.
Esta entrada no pretende formular preguntas ni responderlas. De hecho, no sé ni lo que quería decir.
Quizá quería hablar de lo igual que sigue todo, de lo poco que cambia el ser humano frente a la tecnología.
Un coliseo, un gladiador, una bestia, un sacrificio, el pueblo y el dios.
Y así se resume todo.
Mañana será otro día.
Si José Tomás quiere.
Artículo completo de La Vanguardia (digital).
No hay comentarios:
Publicar un comentario