jueves, junio 14, 2007

lampadaire d'eau2

En 1997, en la ciudad francesa de Aurillac, un hombre que conducía un turismo atropelló a un peatón que cruzaba por el paso de cebra. No era la primera vez que pasaba. El conductor iba mirando la puesta de sol de aquella tarde de verano. El sol estaba a punto de esconderse por completo y formaba una figura fantasmagórica, espacial, apocalíptica. La luz rojiza lo pintaba todo. Un año atrás, en el mismo lugar, otro conductor, desbordado y envuelto por aquella luz extraterrestre, estampó su coche en una farola, arrancándola de cuajo y haciendo que cayera al río. La farola dio una vuelta completa en el aire antes de clavarse en el fondo del río siendo ahora, junto con los atardeceres, el principal punto de interés de esta ciudad gala.
Lampadaire d'eau reza un cartel con una flecha que indica donde asomarse para verla.

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