jueves, noviembre 09, 2006

ejercicio 2

Aquí dejo el segundo ejercicio. Consistía en formar un pequeño relato siguiendo la estructura escena-resumen-escena-resumen-escena. Escena: explicar con todo detalle un breve espacio de tiempo. Resumen: contar en un párrafo un largo espacio de tiempo.
Cada escena y resumen ocupa un párrafo, cinco párrafos en total, empezando y acabando con una escena. La idea de la historia es la misma que "en el abdomen", con algunas variaciones. Digamos que es "en el abdomen" con aparatos en los dientes.
A mí me gusta más sin aparatos.

Fue una tarde de Noviembre, yo tenía nueve años y estaba ayudando a mi padre a construir la caseta para nuestro perro. Mi padre se encargaba de serrar las maderas. Yo le miraba con pasión y eso fue lo que hizo que mi padre me dejara serrar un rato. Y entonces sucedió: la sierra se me clavó en el abdomen. No me dolió, ni sangré, ni nada. La misma sierra actuó de tapón y allí se quedó. Mi padre me miró temblando y me llevó al hospital. Una vez allí, el médico nos dijo que no nos preocupásemos, que si nos olvidábamos de ella, desaparecería. Entonces mi padre dijo: pero, doctor... Y el doctor dijo: pueden irse, no es nada. Y con estas palabras empecé una nueva vida.
A partir de ese día, los años en el colegio fueron muy diferentes a como habían sido hasta ahora. Pasé de ser un niño anodino a ser el más popular y admirado, aunque a veces también odiado. Chicas que nunca me habían hablado, ahora se interesaban por mí. Al principio yo estaba encantado. Más adelante sentí una profunda tristeza.
La sierra no me molestaba en absoluto. Los primeros años, cuando no recordaba que la tenía ahí, me golpeaba sin querer mientras me duchaba o al darle un abrazo a alguien o al pasar entre la multitud. Por lo demás no fue ninguna molestia. Hasta que conocí a mi primera novia.
A ella le gustaba yo, no mi sierra y yo. Y de eso estaba seguro porque no supo nada del tema hasta pasado un tiempo, hasta el día en que nos acostamos. Me preguntó: ¿qué es eso?, y yo le respondí: una sierra que me clavé de pequeño. Ella se rió pero luego puso cara de asco mientras observaba aquel metal incrustado en mi barriga. Luego me preguntó: ¿y por qué no te la quitas?, y yo le respondí que era mejor dejar las cosas como estaban, así lo había dicho el médico hace años. Entonces ella me pidió si podía arrancármela estirando. Yo le dije que no. Se vistió y se fue.
Pasé los siguientes años en la universidad pensando en esa noche. Aunque conocí a otras chicas, yo seguía buscando a aquella primera novia que quiso arrancarme la sierra, a aquella que quiso que yo cambiara. Por su parte, mis compañeros de universidad me querían sólo para poder ligar con otras chicas. Yo era el inicio de miles de conversaciones: ¿sabes que hay un chico con una sierra clavada en la barriga? Pues es mi amigo. Y así durante cinco años.
Han pasado más de veinte años de aquella tarde de Noviembre con mi padre. Hoy me he levantado y no tenía ni rastro de la sierra, apenas una ligera cicatriz. He buscado entre las sábanas, por el suelo, debajo de los muebles, en la basura. Pero nada. La sierra ha desaparecido. Y yo ahora ya no soy el mismo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

está muy bien. Pero me ha gustado más la primera version. Sobretodo el final. El anterior es simplemente genial.

momo dijo...

Ídem. Y por cierto he leído tu último artículo en Subsuelo y me parece simplemente genial. No te diré que me he comprado el disco, pero cassssi me lo he puesto a bajar. Hasta que me he dicho a mí misma no te dejes llevar por la emoción del momento. Perfecto, de verdad. No le sobra una coma ni le falta un punto. Simplemente fluuuuye...

:)

diego dijo...

Os quiero.
Por cierto, ¿qué hacéis esta noche? ¿Y mañana noche?

;) ;***