jueves, noviembre 30, 2006

un recuerdo agradable

Un día salí a pasear con una amiga. Empezó a llover y nos refugiamos en la única librería. Como no paraba, tuvimos tiempo de hojear algunos libros. Yo me compré un ensayo de Stephen King titulado "Mientras escribo". A ella le regalé "Lolita" de Nabokov. Salimos cuando paró de llover. Luego fuimos a casa e hicimos una competición de eructos. Me ganó por dos segundos. Nos reímos y hablamos sin pensar. Más tarde, como siempre hacíamos, jugamos a leer un párrafo al azar de diferentes libros. Así pasábamos las horas, escribiendo en el aire un libro absurdo a dos voces. El juego se acababa cuando un párrafo terminaba de tal forma que realmente pudiera ser el final de un libro. Tenía que ser una decisión unánime. Quien acababa, ganaba. Por eso siempre discutíamos cuando alguno de los dos no veía claro que ese fuera un buen final.
Pero ese día el juego lo gané yo. Abrí al azar el libro que me acababa de comprar y me puse a leer. Cuando llegué al punto, sabía que había ganado.

"Al final de mis aventuras bebía cada noche una caja de latas de cerveza de medio litro, y tengo una novela, "Cujo", que apenas recuerdo haber escrito. No lo digo con orgullo ni con vergüenza; sólo con la vaga sensación de haber perdido algo. Es un libro que me gusta, y ojalá guardara un recuerdo agradable de haber redactado las partes buenas".

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