martes, octubre 24, 2006

ejercicio 1

Aquí dejo el ejercicio del que os hablé hace unos días y que entregaré mañana miércoles. El sentimiento que tenía que reflejar es compasión, pero mis compañeros de clase no lo saben, igual que yo no sé el de cada uno de ellos. Así, leyendo el texto, los tendremos que relacionar con la lista de sentimientos que nos dio el profesor. Lo ideal sería que niguno de vosotros supiera de qué sentimiento se trata y luego, en un post, me dijérais "compasión" o "alegría" (espero que no) o "angustia" o "envidia", etc. Yo lo he leído tantas veces que ya no sé lo que pensar. Creo que sí, que siento compasión, pero por mi.


Mi abuela ha muerto esta mañana. Fue una muerte dulce, mientras dormía. Estaba muy débil aunque se hacía la fuerte. Aún no le hemos dicho nada a mi abuelo porque está muy delicado del corazón. De hecho, ahora mismo estoy haciéndole compañía en el hospital mientras se recupera de una recaída. A su edad, la falta de oxígeno en la cabeza a veces le provoca alucinaciones. Me dice que mate a esa cucaracha y yo le digo que ya se irá, que no se preocupe, que no hacen nada. Y luego se queda callado un rato mirando la televisión que hay colgada, mirando sin ver nada, mirando a través de ella y viendo los campos y el sol y la sed y el frío y la guerra y los llantos y las risas y los amigos que ya no están y el olor de la comida que prepara mi abuela. Todo eso es lo que creo que está viendo mientras yo no dejo de mirarle. Cuento en secreto sus arrugas de ese lado de la cara y, cuando acabo, le acaricio suave como si quisiera extenderlas y así desapareciesen. “¿Qué tengo?”, me pregunta. Yo le miento y le digo que pensaba que tenía algo, que sería un reflejo de la farola de la calle. Se queda dormido unos minutos. Cuando se despierta me pregunta “¿y la yaya?, ¿no iba a venir esta tarde?” Yo le digo que se habrá entretenido con algo y luego se le habrá hecho tarde para venir. “La yaya ahora estará preparando la cena”, dice luego sin mirarme. Y yo le digo “seguro que sí, yayo, estará haciendo una buena sopa”. “Ya me gustaría ahora pillar una sopa de tu abuela”, sigue diciéndome. Yo le digo que a mí también y entonces bostezo para disimular. Me levanto del sillón y miro por la ventana. Me intento imaginar cómo debe ser no saber una cosa así, pero es imposible. O quizá es posible, pero no para mí. Me vuelvo a sentar en el sillón. Él ahora se gira y me mira. Nos quedamos en silencio unos minutos y al final yo le sonrío con timidez. Él vuelve a mirar hacia la televisión mientras da un suspiro. Sigo mirándole como quien admira una puesta de sol en el mar, cuando el sol es sólo una línea a punto de desaparecer, una gota de oro que se va por el desagüe. Y entonces lloro porque no puedo no hacerlo. Y me doy cuenta de que estoy llorando por mi abuelo, porque mi abuela ya está muerta y no siente nada, pero a mi abuelo le queda lo peor por sentir. Me vuelvo a levantar del sillón para mirar por la ventana y secarme las lágrimas. En la calle sigue sin haber nadie. Me giro y veo a mi abuelo dormido. Mueve las manos mientras sueña. Le acaricio la cabeza y peino con mis dedos el poco pelo que le queda. Entonces se despierta y me pregunta de nuevo “¿qué tengo?” y yo le digo que nada, que sería un hilo de la almohada. Me vuelvo a sentar y miro mi reloj. “Yayo, que yo me tendré que ir dentro de nada, que ahora viene mi padre, que estará a punto de llegar” Él me dice “claro, vete tranquilo, si yo estoy bien, si no se tendría que quedar nadie” Yo le digo que no nos importa quedarnos con él y que se recupere pronto. Le beso la frente y le deseo buenas noches. Antes de salir me dice “dile a la yaya que mañana tiene hora en la peluquería, que se acuerde”, y yo trago saliva y le digo “claro yayo, yo se lo digo, no te preocupes”. Me quedo mirándole un rato desde la puerta de la habitación. Él sigue mirando la televisión sin volumen. Yo sigo imaginándome lo que está viendo.

5 comentarios:

g dijo...

...empieza fuerte, porque apuesta por algo más duro que la compasión, pero según baja el ritmo de dar el palo por la espalda a traición y comienzas a desgranar los detalles de la tarde del chaval y se hace suave (y hermoso, y original, y personal) comienza la compasión.
por el chico.
por el abuelo.
por uno mismo.
funciona.
y si te dicen que no.
y seguro que será una conspiración hostigada por el autor de la "envidia".

(aparte -y paradójicamente con el truño que he escrito yo aquí y ahora-, te comento que falta un punto y seguido detras de la frase "Yayo, yo me tendré [...]" y el resto de minucias subjetivas que iba a añadir me las quedo para mí, porque el texto es genial.)

g dijo...

Ey, de nada. Las GRACIAS a ti por colgarlo. Yo le pongo el punto freak de descansar de lo mío leyendo...Además me estoy planteando hacerme tu promotora (ya me han comentado un par de asiduos -esclavos, en realidad, que sino de qué tener amigos- de mi blog que el tuyo causa adicción).
Especialmente dos, que están inquietos. Leyeron Como yo
y aún no se han recuperado.
Porque él se llama Marcos y ella Laura.
Como tú.

Angela dijo...

Doy fe. No me conoces, pero golismeando en blogs ajenos he llegado hasta aqui, y ahora te echo un ojo entre rato y rato. Y hoy, para curar entre otras cosas mi pérdida de compasión, voy a ponerme a hacer sopa...

Anónimo dijo...

Me ha encantado el texto. Pero me ha causado tristeza por la cercanía de los momentos y las similitudes.
Yo tenía el concepto de compasión como algo más negativo, como una limosna del fuerte al débil; cercano a la pena, pero no a la tristeza. Pero bien, ya te digo que no puedo ser objetiva delante de este texto.
Creo que te servirá bien para el ejercicio... es muy bonito.

Anónimo dijo...

buff...
Haz un libro ya!
Está super bien el ejercicio. Se ve muy claro, la compasion.
Que triste todo...
Bueno, artista, tenemos una cita pendiente.