El teléfono sonó de madrugada. El padre se despertó asustado y descolgó rápidamente el de su mesita. La madre se despertó pero cerró los ojos con fuerza como si así pudiera evitar una fatal noticia. Al otro lado del auricular el padre oye a su hijo de diez años. Dice que está perdido en el bosque de las afueras del pueblo, que no sabe cómo ha llegado hasta aquí. Le pide que venga a buscarlo rápido, que tiene miedo. El padre le intenta tranquilizar y disimula para no asustar a su mujer. Le dice está bien, ahora voy. Y cuelga el teléfono. La mujer le pregunta quién era. Él le dice que era de la fábrica, que han tenido una avería y necesitan su ayuda. La mujer respira aliviada y vuelve a dormirse. El padre se viste con lo primero que coge y baja al garaje donde tiene el coche. Se sienta al volante y piensa en alguna solución. Antes de arrancar decide llamar al móvil de su hijo para intentar localizarlo. Pero nadie contesta. Después de llamar tres veces arranca el coche y sale del garaje con destino al bosque. Aunque le extraña que su hijo vaya por ese lugar no duda en adentrarse con su coche.
En casa, su mujer ha retomado el sueño y se abraza a la almohada. En la habitación de al lado, el hijo se despierta de una pesadilla y enciende la luz. Se levanta y va hacia la habitación de sus padres. Despierta suavemente a su madre y le dice que si se puede acostar aquí. La madre le pregunta que qué pasa y él le dice que ha tenido una pesadilla: estaba perdido en un bosque y no sabía hacia qué lado caminar porque todo era igual, luego llamé a papá para que me viniera a buscar y él me dijo que ahora venía pero entonces yo seguí caminando y el suelo se hundió bajo mis pies y entonces me he despertado. La madre le dice que se tranquilice y se duerma otra vez. El niño le pregunta que dónde está papá y la madre le dice que le han llamado por una avería en la fábrica. La madre se vuelve a dormir. Un poco más tarde se duerme el niño.
En el bosque, el padre camina perdido gritando el nombre de su hijo. Se ha adentrado en el bosque de tal manera que ahora no sabe volver a donde dejó su coche. Se empieza a desesperar pero no quiere llamar a su mujer para no asustarla. Pasan las horas y empieza a amanecer. El padre camina exhausto y perdido por el bosque casi sin fuerzas para gritar el nombre de su hijo.
En casa su mujer se despierta y se ducha. Prepara los desayunos. Se extraña de la tardanza de su marido pero no se preocupa porque las averías en la vieja fábrica son frecuentes. Más tarde, el niño se despierta y va a su habitación. Coge su móvil de la mesita y ve tres llamadas perdidas de su padre. Se extraña y se lo dice a su madre. Su madre se extraña todavía más al ver que las llamadas son de esta madrugada. Ahora ya son las ocho de la mañana y la madre decide llamar a la fábrica para saber cómo va la avería. Pero en la fábrica le dicen que no han tenido ninguna avería y que no han llamado a nadie esta madrugada. Entonces decide llamar al móvil de su marido. Él contesta asustado y cansado. Le dice no te preocupes, encontraré al pequeño, lo encontraré, no te preocupes, todo saldrá bien, tú tranquila, todo saldrá bien, no tienes porqué preocuparte, ha sido el niño, que se ha perdido, pero ya está, ¡creo que lo acabo de ver!, no te preocupes que no ha sido nada, chiquilladas, dentro de un momento estoy en casa y desayunamos juntos, ¡sí, míralo!, ahí está, ya está conmigo, nada, no te preocupes, ya vamos para casa, está bien, un poco asustado pero nada, ahora llegamos. Te quiero.
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